Merece la pena
Everest (2015)
Desgraciadamente hace bastante tiempo que sólo voy al cine, no porque me llame poderosamente la atención la película que proyectan, sino por pura necesidad. Siento la obligación en mi interior de ir al menos una vez por semana; lo que supone tener que tragarme toda clase de bodrios y esperpentos claro...
Fui a ver EVEREST por dos razones; una la que acabo de deciros, la otra es más compleja. Aún sabiendo en mayor o menor medida lo que me iba a encontrar, tenía muchísima curiosidad en vivir la experiencia cinematográfica de un grupo de escaladores enfrentándose a la mayor cima que conoce el mundo vivo.
Os cuento esto porque, al igual que los desgraciados que retrata la peli, he empezado a sentir una inexplicable e innata atracción por estas montañas gigantes. ¿Por qué lo hacéis?, pregunta un alpinista al resto de compañeros... ¿Por qué pagáis 60 mil euros por pasar hambre, frío, mareos, náuseas, agotamiento.... hasta por morir en el peor de los casos?...
¿Por qué?. No hay respuesta..... quizás sea la propia esencia del ser humano, que nos obliga a enfrentarnos a la madre naturaleza, aún a sabiendas de que tenemos todas las de perder, que estamos obligatoriamente a su merced y siempre lo estaremos, en cualquiera de las circunstancias.
EVEREST es una espléndido derroche visual. Posee unas potentes imágenes y como toda gran súper producción, está rodada de una forma espectacular, sin embargo, para su desgracia, esta vacía. No conmueve, no te toca... Y es que no puedes hacer un drama humano como este, con unas relaciones personales tan desarraigadas. He sentido el frío de sus imágenes pero no el calor de sus protagonistas, ni aún en sus lechos de hielo, cuando sólo les queda despedirse para morir.
Quiero pensar que se debe a que trataron de ser fieles a lo sucedido, y que en el instante de la tragedia, los lazos emocionales de estos alpinistas, es decir, sus familias, se encontraban a miles de kilómetros de distancia, pero señores guionistas, si debían concederse alguna licencia dramática, era esta sin duda. Lo saben hasta los chinos, como diría mi queridísimo Alfredo Alba.
Personalmente, sigo pensando que la mejor película ficcionada sobre supervivencia extrema basada en hechos reales es ¡Viven!...y digo ficcionada porque de todos los relatos sobre la muerte en la montaña, el que más me ha hecho llorar y no puedo parar de ver una y otra vez, es un Informe Robinson sobre el alpinista Iñaki Ochoa y su espectacular rescate en la montaña más peligrosa del mundo, el Annapurna.
Son los veinte minutos más impresionantes sobre resistencia, valentía y compañerismo que he disfrutado hasta ahora en una pantalla. Su mensaje va mucho más allá del de una enorme tragedia practicando escalada....se acerca a lo universal, no se queda en el Himalaya, llega a todos los recovecos del alma.
En definitiva, si tengo que buscar una respuesta a, ¿por qué intentar una hazaña como esta?, mi respuesta sería que, buscar hacer cumbre en uno de estos picos imposibles, poner tu vida en manos de otra persona y que esa persona haga lo mismo por ti, en busca de un fin común, es algo por lo que sinceramente, merece la pena morir.....