¡QUÉ INFIERNO!
SIRAT (2025)
Si os digo la verdad, no tenía ninguna intención de ver esta película.
No me interesa para nada su director, ni lo que vende, ni lo que hay detrás de la maquinaria que lo mueve, pero con eso de que nuestra Academia la ha seleccionado para competir por el Oscar, me dije: ¡vamos a ver que ha hecho este buen hombre!.
SIRAT es la cuarta película de Oliver Laxe, un señor nacido en Francia con la extraña capacidad de que todo lo que hace pasa por el mejor escaparate del mundo: el Festival de Cine de Cannes. Es como si tuviera una especie de salvoconducto pegado a la chepa que le hace intocable para Thierry Frémaux.
Su gran premio del Jurado, presidido este año por Juliette Binoche, fue decisivo para todo lo bueno que le vino después, ¡y yo que me alegro!
Porque un premio en Cannes dejó de ser garantía de calidad desde hace tiempo, aun recuerdo la palma de oro a Titane o The square; comienzo a ver, receloso, esta Road movie a la cual su director define como: un viaje a los infiernos.
SIRAT, de manera superficial, gira en torno a un gran macguffin: la búsqueda de un padre por su hija desaparecida. Un invento que termina la película convirtiéndose en el ejemplo perfecto de cómo no hacer uso de este recurso. Si Alfred levantara la cabeza…
Localizada en los majestuosos desiertos de nuestro país vecino, Marruecos, el film se desarrolla durante un hipotético conflicto bélico a nivel mundial que lo hace todo un poco más difícil. Nuestro protagonista, un Sergi Lopez que no hace su mejor trabajo, hay que decirlo, se aventura junto a su hijo pequeño y una Citroen Kangoo por los escarpados e imposibles caminos del desierto (hay que tenerlos bien gordos). La primera media hora es un videoclip de cómo montar una rave y bailar colgadisimo, pasados esos 30 minutos aparece el título de la película. Sin comentarios.
¿Qué hace un hombre junto a un niño pequeño en ese entorno hostil?. No se sabe.
¿Por qué busca a su hija justamente allí y no en otro lugar?. No se dice.
¿Por qué decide seguir a un grupo de hippies: uno manco, el otro cojo y un perrillo?. Solo Oliver y sus productores lo saben.
Si buscan respuestas, esta no es su película. Oliver nos dice que su film es muy CINEMATOGRÁFICO. Tampoco voy a hacer comentarios sobre esta declaración. Simplemente, no lo entiendo.
Con un único giro de guión plausible, el resto es presenciar cómo los vehículos atraviesan los preciosos atardeceres del cielo marroqui. La cinta hace gala de un vacío y de una falta de cine, que son indescriptibles. No hay nada que pueda salvarse, unos personajes planos, unos diálogos mal captados y en ocasiones hasta ridículos, una realización vaga. Estamos ante alguien que no sabe narrar, que es torpe. Todo es lento, nada avanza, es el anti cine.
Que su director de foto no haya sido capaz de captar la preciosa luz de esos lugares me resulta imperdonable.
El final de la película no mejora la cinta. La secuencia del campo minado es la confirmación de que no hay capitán en el barco. Empiezan a morir y a salvarse personajes sólo porque sí.
Y me pregunto, ¿qué me estás queriendo contar?, pero no alcanzo a comprender nada.
¡Suerte en América!, puede que allí sí encuentren respuestas a tu cine, yo no lo he conseguido.